febrero 07, 2008

I dote on my self, there is that lot of me and all so lucious,
Each moment and whatever happends thrills me with joy,
I cannot tell how my ankles bend, nor whence the cause of my faintest wish,
Nor the cause of the friendship I emit, nor the cause of the
friendship i take again.

Walt Wihtman- Song of my self - (24)

Conie estaba terriblemente aburrida con el silencio de Charlie. Sentía escurrirse el tiempo en una lentitud exasperante e inútil. Empinaba y bajaba la planta de su pie derecho frenéticamente y miraba, distraida, una de las uñas de su mano. Para sus adentros se decía -siempre hacemos lo mismo... qué rutina... qué desasón...- Cada vez se sentía más abatida y desesperada.
Charlie la miraba y comprendía, pero no decía nada.
Conie quien vivía sedienta de intensidad y locura (porque su vida le parecía plana e infructifera), no pudo contener un gesto electrizado de desdén y resignación a pesar de su amor por Charlie. Charlie vio entonces el inefable fin del idilio y dijo, así como había hecho tantas otras veces, lo siguiente: - Sabes, yo nunca me aburro. Sufro mucho, no puedo negarlo, pero todo me inspira alegría. Tú especialmente alivias mi alma, la llenas de tu voz y de tu cuerpo. Disfruto inmensamente tu presencia. Al lado tuyo el mundo es un lugar más acogedor, la música resuena con más gracia y las cosas se tiñen de sentidos que no me figuraba. No importaba que no fueras grande, que no tuvieras grandes ideas, porque siempre fuiste más que extraordinaria, siempre fuiste más que suficiente. Sufriré, pero mi alegría crecerá. Será como una llamarada eterna.-
En ese momento Charlie la mira con infinita bodad y le dice suavemente, como quien siente la mayor ternura -nunca más-

1 comentario:

Lily Zaltano dijo...
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